Justin Enríquez, director musical de Mariachi Rayos del Sol de Tucson High Magnet School, comienza y termina cada clase recitando el poema “Pensamiento Serpentino”, de Luis Valdez. El poema alterna entre español e inglés y se inspira en el concepto maya de la interconexión.
In Lak’ech Tú eres mi otro yo / You are my other me Si te hago daño a ti / If I do harm to you Me hago daño a mí mismo / I do harm to myself Si te amo y respeto / If I love and respect you Me amo y respeto yo / I love and respect myself
Recitar un poema sobre la interconexión no es típico en una clase de música, pero cobra sentido cuando se entiende que Enríquez también enseña a valorar los vínculos entre la música tradicional mexicana, la comunidad y la vida diaria.
Aquí, las y los jóvenes mariachis aprenden mucho más que leer notas musicales, tocar un instrumento y colaborar en un conjunto. Se empapan de la profesión y el negocio de dedicarse a la música, de la enseñanza, el liderazgo y la historia.
Llamas-Morales Madison Llamas Morales, presidenta de Rayos del Sol de Tucson High, practica el violín en el salón de música del grupo el martes 15 de abril de 2025. Crédito: Richard Whitmer.
Arnold Montiel IV, un estudiante de 16 años que toca la vihuela, dijo que la naturaleza interdisciplinaria de las clases de Enríquez fue lo que lo convenció de asistir a Tucson High. Sus padres también se graduaron de esta escuela y estuvieron activos en los estudios de La Raza antes de que fueran prohibidos por una ley estatal en 2010. Montiel IV dice que a través del programa de mariachi ha podido conectar con temas culturales de la historia mexicana y mexicoamericana que ya no están disponibles en otras asignaturas.
“Eso fue lo que me sumergió por completo en este programa. Fue como, sí, realmente quiero estar aquí”, dijo.
En otra sala del edificio de música, Madison Llamas Morales estaba sentada entre pilas de vestidos verdes, blancos, rojos, rosas y azules. Era lunes, después de una presentación de los Rayos junto con el grupo de ballet folclórico de la escuela, Los Tucsonenses.
Llamas Morales tiene 16 años y es segunda violinista en los Rayos. Sus ojos brillaron al hablar sobre los Rayos y la música de mariachi. Dijo que se contagió del gusto por el mariachi antes siquiera de saber qué era.
“Siempre ha estado a mi alrededor, porque mucha de mi familia es de diferentes partes de México, y algunos son de California”, dijo. “Pero creo que fue entonces (cuando entró a Rayos) cuando me di cuenta, ‘Dios mío, esto está en todas partes’”
Esta música formaba parte de su mundo, y ella no lo tenía consciente.
“Estaba en el carro y sabía que había música, pero no pensaba ‘esto es mariachi’, hasta que ya estaba en el programa; entonces pude reconocer qué era y lo que significaba,” contó.
Negocio y liderazgo
Llamas Morales y algunos de sus compañeros en Rayos mencionan con frecuencia el lado comercial del mariachi.
Juanmiguel Padilla (guitarrón), Josiel Edén Fernández (guitarrón) y Arnold Montiel IV (vihuela) ensayan con el Mariachi Rayos del Sol de Tucson High el martes 15 de abril de 2025. Crédito: Richard Whitmer.
Enríquez, el director, dijo que los negocios son parte tanto de la clase como del club extracurricular de mariachi.
“Lo enseño como una clase normal, como una orquesta o un coro” dijo. “Y eso requiere muchas habilidades de la vida real, como saber redactar un contrato y entender su importancia, que no es solo una hoja de papel, sino un documento legal, y a cobrar depósitos.”
También aprenden relaciones públicas, negociación, oratoria, organización de eventos y gestión artística.
Ailanie Figueroa, trompetista de 18 años, es estudiante de último año de Tucson High y dirige Los Tejoncitos, un grupo de música tejana que Enríquez creó en la escuela. Figueroa se encarga de asegurarse de que el grupo llegue a tiempo y practique las piezas antes de las presentaciones.
Dice que también ha aprendido a superar los desafíos de las expectativas de género.
“Puede ser un reto, especialmente al ser la única chica en un grupo completamente masculino”.
De personalidad extrovertida, Figueroa eligió la trompeta en la primaria y siguió con ella, incluso cuando muchas otras niñas que tocaban trompeta cambiaron al violín, un instrumento más tradicional para mujeres en el mariachi. Pero a ella no le gustaba sentir que subestimaban su capacidad.
“Me decían, ‘no puedes hacerlo igual de bien porque eres mujer’. ¡Y es solo tocar la trompeta! Yo sé lo mismo. Tengo el mismo maestro” dijo. “Estar en una sala llena de hombres te enseña a ser más fuerte, más segura y a estar siempre lista”.
Ailanie Figueroa posa con su trompeta en el salón de música de Mariachi Rayos del Sol de Tucson High. Ella rompe estereotipos. Crédito: Richard Whitmer.
Además de Rayos del Sol y Los Tejoncitos, Enríquez enseña dos niveles de una clase introductoria de mariachi llamada El Orgullo de La Tusa. En cada uno tiene a un asistente de los Rayos, para que los estudiantes avanzados tengan la oportunidad de poner en práctica el liderazgo y compartir lo que saben.
Josiel Edén Fernández toca el guitarrón en Rayos y es asistente de Enríquez en el nivel inicial de Orgullo.
En medio de un círculo cerrado de músicos en la sala, Fernández marcaba un ritmo en las cuerdas de su guitarrón para que los demás lo siguieran. Su tarea como asistente ese día era guiar a los estudiantes mientras practicaban seguir el ritmo del guitarrón. Su conocimiento sobre teoría y orígenes del mariachi es impresionante.
“Usamos nuestras vihuelas y guitarrones para imitar ese ritmo de marcha y darle ese estilo militar a la canción. Obviamente hay ejemplos distintos. Podemos tocar boleros, que en realidad no son un género mexicano, son cubanos. Podemos tocar joropos, que son venezolanos. Podemos tocar rancheras, que sorprendentemente tampoco son mexicanas, son francesas, vienen de Europa. Y las polkas, obviamente, son alemanas”, dijo. “Entonces, se trata de adaptar todos estos géneros con nuestra instrumentación. Eso es lo que hace al mariachi”.
Apoyada en una esquina del salón de música de Enríquez había una guitarra exageradamente grande. Parecía genuina en un espacio donde los jóvenes músicos a menudo se ven pequeños detrás de sus guitarrones.
“Me llamaron hace dos años y me dijeron que tenían una guitarra grande que querían donar al programa. Naturalmente, pensé que era un guitarrón” contó. “Les dije: ‘sí, claro. Tráiganla y con gusto la recibo’. Pero cuando la trajeron, era una guitarra de unos dos metros y medio de altura y como de un metro de ancho. En realidad, era parte de una decoración que usaron en un puesto del festival Tucson Meet Yourself”.
Enríquez conserva la pieza por diversión, pero su simbolismo es mayor. En las clases del mariachi Rayos del Sol, todo va más allá de lo que se espera.