La tarde era perfecta para reunirse y caminar. Y al parecer, sobraban las razones para hacerlo. Era el 1 de mayo de 2025: Día Internacional del Trabajo y National Day of Action en Estados Unidos.
Miles de personas —algunas organizadoras calcularon alrededor de tres mil— se dieron cita en la Iglesia Presbiteriana del Sur para marchar por los derechos de los trabajadores migrantes. Había rostros y banderas de distintas nacionalidades, muchos de ellos ciudadanos estadounidenses.
La marcha fue convocada por diversas organizaciones dedicadas a defender los derechos humanos, especialmente de personas migrantes. Entre ellas, la Coalición de Derechos Humanos, Scholarships A-Z, Paisanos Unidos, Mamás con Poder y casi 20 grupos más.

Aunque el 1 de mayo ha sido históricamente una fecha de lucha obrera en muchos países, esta vez el reclamo era también político. Las consignas iban dirigidas contra las políticas del presidente Donald Trump, consideradas por muchos como divisivas y autoritarias.
Algunos de los carteles decían:
- “Hate will not make us great” (El odio no nos hará grandiosos).
- “I prefer crushed ICE” (Prefiero el ICE —hielo— molido).
- “Alexa, change our president” (Alexa, cambia de presidente).
- “Justice 4 Andry!” (Justicia para Andry José Hernández Romero).
- “Students need our support” (Los estudiantes necesitan nuestro apoyo).
- “Workers have the power” (Los trabajadores tienen el poder).
- “Are we great yet?” (¿Ya somos grandiosos?).
- “Immigrants built this country” (Los inmigrantes construyeron este país).
Y muchos más, sobre fascismo, racismo, democracia, unidad, amor, odio… y Elon Musk.
Una de las participantes fue Alba, voluntaria de Promesa, una organización que apoya a familias en situación de pobreza extrema en Nogales, Sonora. Allí ofrecen clases de costura y belleza a mujeres, apoyan al Orfanato Cristo Rey, reparten despensas y ayudan a personas migrantes, sobre todo ecuatorianas.

Alba, originaria de Ciudad Obregón, Sonora, y ciudadana estadounidense, marchaba para exigir un alto a las deportaciones y la preservación de fondos que ayudan a las personas más necesitadas. Le preocupa especialmente el miedo con el que viven quienes no tienen ciudadanía.
“La gente tiene mucho miedo de salir; y andar en estas protestas, pues más”, dijo.
La manifestación duró más de dos horas y recorrió las calles 23 a la 29, entre las avenidas 4 y 9, en el sur de Tucson. El ambiente se sentía como de fiesta. Algunos carros tocaban el claxon en señal de apoyo, y los manifestantes respondían con alegría. Hubo quienes salieron de sus autos o negocios para grabar con el celular.

Al final, los organizadores ofrecieron agua fría y una barra de nachos con queso, frijoles y crema para agasajar a los asistentes. En el escenario, algunas voces llamaron a seguir organizándose, a romper el silencio, a no cansarse.
“Han sido 12 órdenes ejecutivas de Trump y 1,500 personas detenidas y deportadas a diario por ICE”, recordó Alba Jaramillo, de la Coalición de Derechos Humanos.
“Empecemos un movimiento nacional de derechos civiles aquí en Tucson”, dijo.