Rafael Barceló Durazo, el sonorense cónsul de México en Tucson que llegó a esta ciudad al principio de la pandemia, dejará el puesto el 31 de julio y volverá a la Ciudad de México, donde vivía antes de venir acá.
El originario del pueblo serrano de Huásabas se tomará un tiempo para atender asuntos personales. Aún no sabe cuál será su siguiente labor cuando se reintegre a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, y tampoco se ha anunciado quién vendrá a Tucson a ocupar el puesto. Por ahora, queda en manos del cónsul adscrito, Lee Wong Medina.
Lo que sí sabe el cónsul Barceló es que en Tucson fue feliz, que se va sumamente satisfecho de estos cinco años de trabajo en el Consulado de México en Tucson, y que va a extrañar a la gente de Tucson y sus lugares favoritos.
Como en casa
“Yo en Tucson me sentí en casa”, dijo el cónsul en entrevista el martes 22 de julio. Suele decir que su Ying y su Yang son ser diplomático de carrera y ser sonorense, y aquí pudo ser ambas cosas sin tapujos.
“Hay días que amanezco más diplomático y hay días que amanezco más sonorense. Pero cuando llegué a Tucson, al darme cuenta de que podía apropiarme de estas dos características de mi personalidad, pues me hicieron sentir en casa siempre”.
Cónsul Barceló
Barceló describe a Tucson como una comunidad en la que las conexiones humanas y las relaciones interpersonales importan mucho. Algo muy mexicano. “Eso hizo que me sintiera siempre muy cómodo en la labor que me tocaba realizar de impulsar que esas conexiones se sigan fortaleciendo”.
Describe a Tucson como una comunidad muy amable con su consulado. Y para él siempre fue importante bajar de su oficina a hablar con las personas que realizaban algún trámite y preguntarles cómo les fue.
Y eso uno lo podía ver.
Durante la entrevista, mientras recorríamos la Galería Leonora Carrington, ubicada en la planta baja del edificio del Consulado, Barceló se encontró con familias esperando el acta que acreditaba a sus hijos estadounidenses también como mexicanos, gracias al derecho a la doble nacionalidad. Este trámite ha crecido notablemente en todos los consulados de México en Estados Unidos desde la presidencia actual de Donald Trump.
Al finalizar la entrevista, Barceló se dirigió a la oficina de Registro Civil del Consulado para entregar personalmente algunas de esas actas y hasta sacar copias. Podríamos decir que se arremangó la camisa y le entró a la talacha, aprovechando para conversar con la gente y conocer sus historias.

Ser cónsul de México en Tucson lo hizo feliz
Aunque es diplomático de carrera desde el año 2010, esta fue la primera experiencia de Barceló como cónsul. Antes de venir a Tucson, el cónsul Barceló, con una maestría en leyes, se había especializado en el tema de Derechos Humanos en la sede de la Cancillería en la Ciudad de México y en sus colaboraciones con las embajadas de México en Brasil y Costa Rica.
Dijo que ser cónsul le “encantó”, no solo por los vínculos de Tucson con México sino porque aquí está la sede del Centro de Información y Asistencia a Personas Mexicanas, CIAM, un centro de llamadas que atiende a connacionales de todo Estados Unidos y Canadá.
“La verdad que empecé con una oficina casi insuperable … El CIAM te permite estar como en el dashboard, en el tablero de control de la realidad consular”.
Para dar una idea de la magnitud del CIAM, en la actual administración de Trump han recibido 125 mil consultas telefónicas, alrededor de 700 llamadas diarias. Estas van desde personas que buscan a familiares detenidos o desaparecidos, que piden asesoría legal, información para repatriarse, hasta casos de personas extraviadas en el desierto, aunque estos últimos son mucho menos que antes.
Para Barceló, el nivel de profesionalismo y adaptación a los nuevos tiempos que ha mostrado el personal del CIAM con el inicio de esta administración y los cambios en materia de aplicación de la ley migratoria, son una de sus grandes satisfacciones de estos cinco años al frente del consulado mexicano en Tucson.
“Yo he sido muy, muy feliz, y estoy muy satisfecho de la labor que se hace aquí, y que se seguirá haciendo, porque lo hace un gran equipo”.
Cónsul Barceló
Otro logro que llena de orgullo a Barceló son las campañas de vacunación transfronterizas contra el coronavirus, una actividad inusual para un consulado mexicano. Personas mexicanas de Puerto Peñasco, Sonoyta y Caborca fueron vacunadas en el puerto de entrada de Sonoyta-Lukeville con vacunas provistas por el Condado Pima y otras organizaciones y voluntarios.
“Haber tenido el privilegio de llevar 18 mil vacunas … llevarle salud a esas comunidades, yo me lo llevo como una satisfacción tremenda”, dijo el cónsul.
Ver para querer

Durante su estancia en Tucson, Barceló extrañaba la posibilidad que tenía en Ciudad de México de moverse caminando. “Subirme al carro nunca ha sido algo que yo haya disfrutado”, dijo. En la capital mexicana, como en muchas ciudades grandes, la gente camina, usa transporte público y se encuentra con otros en sus trayectos, en la tiendita, el café o la fonda. Aún quienes manejan van siempre rodeados de más gente.
Y ese contacto humano, para Barceló, es esencial.
“La mayoría de las ciudades en Estados Unidos no son ciudades muy caminables, y eso hace que te cueste mucho ver a gente en la calle… y siento que no puedes querer lo que no ves”, reflexionó.
“Creo que como comunidades, cuando no ves a otros seres humanos, puedes muy fácilmente perder esa filantropía, el afecto por otros seres humanos”.
Cónsul Barceló
Barceló celebró que en algunas partes de Tucson se hacen cosas muy positivas para que la gente salga a las calles, “porque eso integra a las comunidades, fortalece el tejido social y nos hace más propiamente humanos”.
Entonces, no es de extrañar que sus actividades favoritas en Tucson eran caminar por la Universidad de Arizona (a donde opina que todos deberíamos ir a pasear), por el centro de la ciudad, pasar frente a los teatros, entrar a misa en Catedral, y sentarse a tomar café leyendo un buen libro en el Time Market, un pequeño mercadito por University Boulevard, cerca de la universidad.
Pero, por encima de los olores, los sabores, la historia o la arquitectura, Barceló dijo que va a extrañar el desierto y su gente.
“Voy a extrañar muchísimo a la gente de Tucson. Es gente muy amable, con la que se puede trabajar muy bien. Y, curiosamente, voy a extrañar el clima”, dijo.
¿El clima de Tucson? Sí.
“Mi piel se siente en casa cuando sientes ese calor abrumador; cuando sales y hueles a tierra mojada, porque probablemente va a empezar a llover, o probablemente no… y también cuando sientes el frio que duele un poquito en los huesos. Ese frio de nuestro desierto, el Desierto de Sonora, que es casa común de los sonorenses y los arizonenses”.
Tucson también lo va a extrañar.
Liliana López Ruelas es periodista fronteriza (¡arriba Agua Prieta!), fundadora de Somos Tucson y ex editora de La Estrella de Tucson. Contáctala en info@somostucson.com.
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